miércoles, 27 de octubre de 2010

Poema de José Antonio Ramírez Milena dedicado a Miguel Hernández

Sé que está Miguel subido al pupitre que fue su ladera
Alzando el cuaderno que blandió de llanura
Sorbiendo los senos del mundo
cuales fueran valles azules
Adiestrando aladas huestes en las conjuras del alma
Con la voz y el corazón liberando los incontenibles
latidos: De poeta asistiendo a talleres: En espera
Obrando por logro: Junto a la quimera lo útil
Al tiempo: En un día de hierba y flor: Certezas
y otros alimentos: Gestando
Febril asumiendo los vértices de las transmisibles
sílabas: Los verbos que han de ser verso
Salido al mundo y desde él: Viento prendedor
de banderas ser: Estrado y atalaya
Rocíase de tierra para prender en género
Más sobre todo: Consuelo dar al compañero caído
El dolor obligado como único valor
tal desafío a lo solidario invita
Arma es. En su favor fiel cobijo. Paloma original. El ser
tierno. La especie desgranada y el delirio con su amoroso
furor indiviso. El campo y la urbe: Ubre en su generosa
simiente: Pertinaz destructor de los martirios dolosos
Al final herró la sangre de campo
Depósitos de cadáveres asonaron en glacial esperpento
Jamás: Por más que insistió: A recuperarse volviera
el principio: Ni los racionales hombres libres
y misericordes. Se indujo todo a un lodazal de olvidos
y humillados destierros
Él: El recio hombre. El hermano/compañero
de a la perdida España reclamar. El de las nanas
de amor con lágrimasasidas en la conjugal médula
de un adiós martirizado: Transitó vida
Destrúyense en Miguel las ventanas de ateridas rejas
En él se perpetúa el principio de la jubilosa: Libre
opción a recuperar de hombre libre
Más lo siento: No hay reposo en Hernández
Aún el tiempo: Plena justicia no ha reparado